La vida es un río en constante flujo, un misterio inmenso que se despliega ante nosotros en cada instante. Ya sea en los sueños o en la vigilia, la experiencia de vivir es un regalo y una lección continua. A veces, esa inmensidad se presenta con una sensación maravillosa, una que nos llena de asombro, de la conciencia de que todo está más allá de lo que podemos comprender con nuestra mente. Otras veces, esa misma inmensidad puede volverse aterradora, como un vasto vacío que nos desafía a reconocer lo pequeño que somos frente a lo grande que nos rodea.
En mis sueños, muchas veces soy consciente de que estoy soñando, y esa lucidez me invita a abrazar lo que surge sin necesidad de controlarlo. He aprendido que no se trata de cambiar lo que ocurre, sino de vivir cada momento con aceptación y apertura. Lo mismo sucede cuando despierto, cuando sigo el curso del día: el misterio de la vida se presenta igual, en cada rincón y en cada paso que doy.
Esa conciencia, esa claridad de estar aquí y ahora, es la que me permite disfrutar de lo que soy, sin importar que las circunstancias sean cómodas o desafiantes. En los sueños, como en la vigilia, todo es parte de este vasto misterio que no podemos comprender por completo, pero que podemos vivir con asombro, con humildad y, sobre todo, con amor.
Es esta actitud amorosa la que me parece esencial, tanto al enfrentar el sueño de la vigilia como cuando estoy inmerso en el sueño nocturno. En lugar de aferrarme al control o a mis expectativas, prefiero vivir con la humildad de saber que todo lo que ocurre, sea maravilloso o aterrador, tiene algo que enseñarme. Y, al final, lo único que realmente puedo hacer es abrazar ese misterio con un corazón abierto y una mente consciente.
Así, poco a poco, voy aprendiendo que la mejor manera de navegar en este vasto océano es con amor, humildad y consciencia. Cada momento, ya sea un sueño lúcido o una experiencia cotidiana, es una invitación a vivir plenamente, reconociendo que la vida misma es un misterio eterno que nunca deja de sorprendernos.
«No importa si es un sueño o es la vigilia. Lo importante es estar consciente de lo que es, con la mente y el corazón alineado a la verdad».