Encargar una joya personalizada es algo simple, pero también especial. Todo empieza con un mensaje o una charla. A veces me encuentro con el cliente en la calle, otras me escriben por WhatsApp, redes sociales, o a través de mi página web.
Primero conversamos para que me cuente qué está buscando: si es para uso personal o para un regalo, y qué tipo de pieza quiere, como un anillo, un dije, unos aros o una pulsera. También definimos si llevará piedra, ya que la mayoría de mis trabajos incluyen alguna porque me encanta trabajar con ellas.
Luego, si es posible, nos encontramos en persona. Les muestro las piedras que tengo disponibles para que elijan la que más les guste. Si buscan algo en particular que no tengo, me encargo de conseguirlo. Una vez que definimos la piedra y el diseño, tomo las medidas necesarias y hablamos sobre el costo y el tiempo que necesitaré para hacer la pieza.
Siempre aclaro que este es un oficio que hago con mucha dedicación, pero que estoy aprendiendo. Esto significa que algunos trabajos pueden tomar más tiempo o que ciertas técnicas aún no las puedo hacer por falta de experiencia o herramientas, ya que dentro de la joyeria hay una gran variedad de ellas y suelen ser costosas.
Para cerrar, les comparto un video del momento en el que guardo la piedra elegida en una cajita especial que uso para proteger las que ya están listas para trabajar. De alguna manera, este es el nacimiento del anillo: la piedra ya tiene un destino, y pronto comenzará a transformarse en una pieza única.